Amanda Frucht

"Prefiero negar las coordenadas. En estos casos descreo de las citas o las palabras de terceros, sean quiénes sean. Ya soy todo lo que vi, olí, sentí, leí... no creo que sea apropiado apoyar mi obra en otros. Mi obra se defiende sola, patas para arriba o patas para abajo, para bien o para mal. Júzguenla sin consideraciones, sin referencias, sin mí." 


                                                                                                                 Amanda Frucht


Creo que una característica imperante en las grandes urbes occidentales es el vértigo en el que habitualmente nos vemos envueltos. El tiempo, percepción subjetiva de la nada, siempre es escaso ante el obeso menú de necesidades y deseos que el neón nos despliega. Entre las varias víctimas que esta forma produce, una se destaca a mis ojos: La reflexión. La pausa, la introspección se han transformado en utopías. Difícilmente nos internemos más allá de nuestras rodillas. En mayor o menor medida, vestimos, comemos, amamos según la norma del momento lo indique. Tragamos sin masticar supuestas delicias que con sólo rumiar unos segundos nos revelarían su rancio sabor. Todo es ya!! Todo es ahora!! La impaciencia lidera. No por casualidad los trastornos de ansiedad son usuales en estos días. Y no tiene porque ser así. Por eso ¿qué te importa? De ahí la aspiración a que su presencia incomode, de ahí el intentar que circule por la mayor cantidad de manos posible, de ahí la necesidad de contestar tan libremente como se pueda. Tal vez al contestar se haga evidente lo insustancial de la respuesta y esto contribuya a cambiarla. Tal vez el tener clara la respuesta afirme e impulse el rumbo a seguir. Tal vez la obra sea neutra u olvidable, no lo sé. Lo que si sé, es que no está mal de vez en cuando saber porque hacemos lo que hacemos.

Amanda Frucht